¿Qué es la depresión?
Como seres humanos experimentamos continuamente diversas emociones (alegría, pena, rabia, sorpresa o tristeza, entre otras) pero hay momentos de nuestra vida en que una o varias de estas emociones destacan por encima del resto. Son ocasiones, donde nos podemos sentir decaídos, desesperanzados, infelices, sin hambre y cansados. Ésto, cuando es transitorio y viene dado por experiencias externas que han actuado como detonante (vivir situaciones cotidianas difíciles o estresantes), se considera normal y hasta necesario, por que son sentimientos que nos hacen conscientes de la adversidad y nos ofrecen la oportunidad de crecer y mejorar.
Sin embargo, cuando la tristeza y pérdida de interés general por las cosas persiste durante más de dos semanas, podemos estar delante de un trastorno depresivo, por lo que seria necesario buscar ayuda profesional. La depresión se puede iniciar a cualquier edad (aunque la mayoría de los casos sea entre 15 y 45 años), y puede afectar a cualquier persona ya que es independiente de la fortaleza, nivel de estudios, poder adquisitivo o clase social.
Algunos de los síntomas de la depresión pueden ser, entre otros:
-Cambios en el sueño (insomnio o hipersómnia), en el peso o en el interés sexual. –Pensamientos derrotistas, o de culpa inapropiada
-Dificultades cognitivas como pérdida de concentración o memoria. –Fatiga o pérdida excesiva de energía
Si bien es cierto que en una situación como esta puede ser difícil dar el paso para acudir a un especialista, es especialmente importante hacerlo cuando los síntomas interfieren en la vida diaria alterando nuestra capacidad para trabajar, dormir, comer o disfrutar de las actividades que antes nos producían places, incluso aunque no haya motivo aparente para sentirnos así.
¿Qué hacemos en ADIR?
Aunque la depresión es un proceso complejo, puede ser tratada. Lo más importante para resolver la situación es no dejar pasar tiempo esperando a que se solucione por sí misma (ya que correremos el riesgo a que empeore o se cronifique), y empezar a tiempo una intervención psicológica o incluso médica en aquellos casos que el profesional y paciente lo consideren necesario.
El primer paso será hacer un buen diagnóstico para saber exactamente a qué nos enfrentamos (ya que hay diferentes tipos de trastorno depresivo) y, en función del diagnóstico (que incluye los síntomas) y de la personalidad de base, diseñaremos un plan de intervención específico. Generalmente la intervención suele basarse en la terapia cognitivo conductual que es la que ha mostrado mayor efectividad para el tratamiento de la depresión, pero también se recurrirá a herramientas de otras corrientes que puedan ser adecuadas para cada caso.