¿Qué es la Psicología?
Pese a que la definición técnica sería “ciencia o estudio de la mente y la conducta”, en ADIR entendemos que la psicología es la disciplina que nos ofrece un conjunto de herramientas para comprender y ayudar a nuestros pacientes a mejorar su calidad de vida y su funcionalidad diaria, así como a conseguir sus objetivos.
Dentro de la psicología existen muchas ramas especializadas que atienden diferentes aspectos de la persona (salud, educación, social, trabajo y organizaciones, entre otras). Pese a que todas estas áreas están conectadas entre ellas de algún modo, cada profesional se especializa y adquiere conocimientos más profundos (sobre procesos mentales, afectivos, conductuales y relacionales) que ayudan a elaborar diagnósticos e intervenciones precisas y eficientes para cada una de las necesidades de las personas.
En ADIR diseñamos nuestras intervenciones de forma ajustada y personalizada, aplicando las herramientas que más se adecúen a cada persona y contexto, y sin limitarnos a determinadas ramas o corrientes psicológicas específicas.
Por ello, el primer paso para nosotros es conocer bien el estado actual de cada persona y su entorno, estudiando sus diferentes áreas y las herramientas y estrategias de las que disponen, lo que se consigue mediante una evaluación. Una vez conocemos el caso y sus particularidades, elaboramos un plan de intervención individualizado que trate de garantizar la mayor eficacia posible del tratamiento.
La evaluación psicológica es la disciplina de la psicología que se ocupa de la exploración y el análisis del comportamiento humano (en tantos niveles de complejidad como sean necesarios).
El proceso de evaluación empieza en uno mismo en el momento en que decide acudir a un psicólogo con una consulta concreta. Una vez allí, se continúa con una serie de actividades científicas y guiadas por el profesional, con las que se pretende dar respuesta a esa consulta.
Parte primordial del proceso es la recogida de información, es decir, que la persona nos aporte una imagen precisa de la situación en la que se encuentra. Para ello tendremos en cuenta tantos los aspectos ambientales (entorno y relaciones), biológicos y de personalidad como la propia biografía e historia de vida de cada uno.
Para facilitar el proceso y ayudar a organizar el discurso contamos con métodos que facilitan hilar y estructurar la información que recibimos (entrevista clínica, protocolos observacionales, autorregistros y autoinformes o técnicas objetivas -test y pruebas psicométricas-).
Cabe decir que la evaluación es mucho más que lo que acabamos de describir, y se requiere conocimiento y experiencia suficiente para ser capaz de hacerla útil, integrando y valorando adecuadamente toda la información recogida, así como proporcionando un ambiente de profesionalidad y cercanía que haga que el proceso resulte cómodo y natural.
Debemos tener en cuenta que, cuanto más precisa es la evaluación, más individualizados y ajustados serán los programas de intervención y, por tanto, mayor eficiencia potencialmente garantizará.
Existen muchas orientaciones dentro de la psicología, y cada una aborda la evaluación e intervención siguiendo sus propios principios teóricos y metodología para tratar de comprender a la persona. La mayoría de las corrientes psicológicas tienen el mismo objetivo común, en mayor o menor grado, y es poder llegar a conocer bien el problema para poder intervenir eficazmente en él.
Hay que tener en cuenta que no todas las orientaciones son igual de efectivas para entender y abordar todas las dificultades o trastornos. Por eso, en ADIR, lejos de trabajar desde una única forma u orientación, hemos adoptado un enfoque integrador que nos permite abordar cada situación de la manera más eficiente posible. Podríamos considerar que utilizamos, como herramientas de base, las ofrecidas por la intervención Cognitvo-Condutcual, pero complementándola con formulaciones teóricas y técnicas de diversas corrientes y escuelas psicológicas, en función de las necesidades y objetivos concretos, pero siempre con un escrupuloso rigor metodológico.
Según con qué objetivo o a qué pregunta pretendemos dar respuesta, las evaluaciones e intervenciones pueden ser de muchos tipos:
- Descriptivas: Nuestro objetivo es tener un retrato fiel de la situación actual sin entrar en conclusiones, con el objetivo de poder intervenir en los aspectos necesarios pero sin el recurso calificativo de un diagnóstico.
- Diagnósticas: Del mismo modo que en la anterior tendremos una descripción de la situación, pero esta vez analizaremos con qué diagnóstico diferencial resulta compatible. El objetivo podrá ser puramente calificativo (informes periciales, por ejemplo) o para asentar una base de la posterior intervención.
- De orientación o counselling psicológico: Cuando no existe una situación estresante o disruptiva específica, pero sentimos que no estamos consiguiendo las expectativas vitales que nos gustaría. Este tipo de evaluación no se centra en las “dificultades” experimentadas si no en los análisis de expectativas, objetivos y herramientas disponibles en cada uno para poder intervenir desde la psicología positiva.
- De selección: Valoraciones centradas en analizar los puntos fuertes y débiles de cada uno, con el objetivo de trazar una idoneidad profesional en el ámbito laboral.
- De valoración de los progresos tras una intervención ya aplicada. Una vez se inicia un proceso de intervención, resulta útil realizar seguimientos de valoración que nos permitan ir asegurando que la estrategia acordada está resultando eficiente y poder modificar aquellos aspectos que no estén viéndose mejorados en el plan actual con el objetivo de garantizar la mayor eficacia y eficiencia posibles.
No existe una sintomatología o situación específica que sea aplicable a todo el mundo. Existen momentos vitales en la vida de toda persona que representan un reto y alteran la funcionalidad del día a día. En la mayoría de las ocasiones, nuestras propias herramientas de afrontamiento son suficientes para superar estos acontecimientos, pero existen circunstancias en las cuales podemos vernos sobrepasados, o en las que nuestras estrategias habituales no sean suficientes, y es en esos momentos en los que contar con la ayuda de un profesional puede resultar clave a la hora de no cronificar las sensaciones o alargar un proceso que genera malestar.
Aunque, recordemos, existe una amplia variabilidad entre personas, los síntomas más habituales de alarma podrían considerarse los siguientes:
- Sentimiento de pérdida de control en la vida diaria.
- Dolores o cansancio corporal sin explicación clara u orgánica.
- Ansiedad (puede manifestarse como presión en el pecho, aceleración del ritmo cardiaco, hiperventilación o respiración muy superficial y acelerada, sudoración...).
- Pérdida control sobre las emociones (llanto, rabia, angustia, tristeza, desolación, sentimientos de impotencia, desesperanza...).
- Procesos adaptativos específicos (Problemas de relación, familia o trabajo).
- Pensamientos negativos, catastrofistas, obsesiones o fijaciones... que impiden vivir la vida con normalidad.
- Pérdida del deseo por las actividades que antes generaban placer.
- Problemas de sueño sostenidos en el tiempo.
No es necesario que no encontremos en una situación de dificultad vital o trastorno para poder beneficiarnos de la ayuda profesional. Existen momentos de “atasco” que, pese a no interferir de manera directa en nuestra funcionalidad, nos hacen sentir no estar plenamente desarrollados en nuestro día a día. Para este tipo de situaciones (tanto en adolescentes como adultos) existen abordajes donde no se pretende “reparar” sino “añadir, evolucionar”.
La Psicología Coaching es para aquellas personas que quieran aumentar su bienestar y su rendimiento, tanto en su vida privada como en el ámbito profesional. El Coaching se fundamenta en modelos psicológicos, y aplica una metodología determinada mediante la cual, después de analizar y gestionar los posibles elementos de freno o auto-sabotaje, se establecen unos objetivos específicos y se diseña el plan de acción para conseguirlos. La ventaja de que sea un profesional de la psicología el que aplique la metodología Coaching, es que este va a saber acompañar a la persona también en la gestión de las emociones que surjan durante el proceso, por más complejas que sean