La asignatura de matemáticas, en general, requiere una alta demanda cognitiva y a muchos niños les supone un verdadero esfuerzo cada vez que se enfrentan a ella. No obstante, hay que saber diferenciar cuándo es una dificultad trabajable a cuándo puede suponer un trastorno del aprendizaje.
En este artículo, vamos a hacer un breve apunte sobre la discalculia. En estos tiempos en los que unas dificultades o trastornos son más conocidos que otros, creemos que es importante dar visibilidad a los menos conocidos, porque esto puede beneficiar a todas aquellas familias preocupadas por síntomas o dificultades “poco comunes”.
El trastorno específico del aprendizaje con dificultad matemática, es un trastorno que afecta a entre el 3 y el 6% de la población infantil.
Los niños con discalculia, término con el que se conoce generalmente este trastorno, presentan dificultades para dominar el sentido numérico, los datos numéricos o el cálculo. En algunos casos, también pueden presentar dificultades en lectoescritura o déficit de atención de manera asociada.
Por ejemplo, estas serían serie de situaciones en las que deberíamos mantenernos alerta
- Si utilizan los dedos para contar más allá de lo esperable.
- Si tienen muchas dificultades para contar hacia atrás.
- Es muy difícil hacer cálculos aproximados.
- Le cuesta manipular cifras grandes.
- Hay dificultades para saber qué operación aplicar para resolver un problema.
- Emplea un gran esfuerzo para aprender las tablas de multiplicar y las olvida fácilmente.
- Hay errores de transcripción, por ejemplo, al escribir números dictados.
- Hay confusión con los signos matemáticos.
Si observamos alguno de estos signos, es recomendable acudir a un neuropsicólogo para que realice una evaluación completa e individualizada.
Hay que tener en cuenta que el diagnóstico de la discalculia es clínico. Será necesario recoger los datos de la historia personal del niño, además de una evaluación neuropsicológica, que nos permitirá objetivar las dificultades y valorar cuáles son las funciones cognitivas alteradas y preservadas, y detectar la presencia de posibles déficit asociados.
INTERVENCIÓN
Sólo con una evaluación completa será posible iniciar una reeducación psicopedagógica ajustada y adaptada a las necesidades de cada caso.
Hay que tener en cuenta que estos niños, a menudo, se sienten frustrados y pueden sufrir bloqueo y ansiedad hacia las matemáticas. Por ello, la reeducación debe ser llevada a cabo por un profesional (psicólogo o neuropsicológo) y valorar el estado emocional del niño para poder ofrecer el apoyo necesario.
Además, hay que tener en cuenta que serán necesarias adaptaciones escolares metodológicas para poder instaurar herramientas complementarias y estrategias básicas para ayudar al niño en su día a día, de ahí la importancia de que el profesional y el colegio del niño estén coordinados y comunicados, para poder ir adaptando las medidas y ofrecer una respuesta lo más eficaz posible.
No dudes en contactar con el equipo de ADIR Psicología y Parapsicología para más información.
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