Con la vuelta a la rutina, tras las (muy esperadas) vacaciones de verano, es habitual que a algunos se nos acumulen una resaca de síntomas y desajustes que todavía nos hacen más complicado reubicarnos de nuevo en nuestra vida diaria. Este cúmulo de síntomas es el conocido “Síndrome Postvacacional” que pese a popular y protagonista de la mayoría de conversaciones de vuelta a la oficina,se trata de un entidad real, de manera que no debemos trivializarlo en el caso de presentarnos una dificultad.

Los síntomas habituales de este síndrome son tanto físicos, como el cansancio generalizado, la fatiga, la falta de sueño, los dolores musculares, la falta de apetito o de concentración, como psicológicos; irritabilidad, tristeza, falta de interés o nerviosismo.Pese a que la mayoría remiten con la simple readaptación paulatina, no está de más tener en cuenta algunos consejos que pueden ayudarnos a hacer una transición más llevadera:

  • Durante el verano tendemos a desregularnos (y ya no digamos si hemos viajado a otro huso horario). Crea un ambiente de sueño apropiado siguiendo unas pautas de higiene adecuadas (más información en entrada siguiente) y un horario que te procure un mínimo de horas de 7 horas de sueño. Probablemente, este sea el punto clave entre todos.
  • Modera el uso de alcohol y cafeína. Pese a que puede parecer ir contra el sentido común, la cafeína nos perjudica más que beneficiarnos en estas primeras etapas, ya que pese a su conocido efecto de “mantenernos despiertos” lo hace intensificando la sensación de estrés, lo cual, a fin de cuentas, nos va a resultar contraproducente.
  • Dedica el primer día a planificar tu regreso al trabajo. Pon en orden tus objetivos y la manera de llevarlos a cabo con tiempos precisos y medibles. Tener una percepción de control nos ayuda a estar más tranquilos y saber que hacer a continuación, sin dejarnos llevar por la apatía.
  • Planifícate fines de semana con alguna actividad de ocio que te resulte apetecible. Generar expectativas agradables puede ayudarnos a mantener una actitud más positiva ante el cambio.

Todos estos consejos, aunque básicos y fundamentales, no nos garantizan una adaptación fácil. Desde ADIR te recordamos que una dificultad de adaptación exageradamente marcada puede estar enmascarando algún problema de desajuste de base que cabe tener en cuenta, de manera que si estos síntomas persisten o interfieren en tu vida de una manera incapacitante o incómoda, no dudes en consultar con un especialista (psicólogo o neuropsicólogo) que pueda ayudarte a comprender mejor la situación y a establecer una plan de ayuda adecuado.

Si necesitas más información sobre este tema o cualquier otro relacionado, no dudes en ponerte en contacto con nosotros en nuestro centro de Barcelona ADIR psicología (info@adirpsicologia).